lunes, 8 de junio de 2009

Persona


Personalidad, personaje y persona

En esta entrada nos vamos a ocupar de la personeidad. El concepto de personalidad es un concepto psicológico y por consiguiente aspira a ser un objeto, una cosa determinada. La personalidad es un compuesto dinámico de temperamento (heredado) y carácter (hábitos que resultan de la conversión de las aptitudes en actitudes o costumbres sociales). La personalidad es en gran parte un efecto del proceso social de comunicación y cooperación, de la socialización.

En este sentido, conviene también distinguir el concepto filosófico personeidad del concepto sociológico personaje (status, rol). Cada una de nuestras personas, con independencia de su estatus social (alto o bajo) representa distintos papeles sociales: hermano, hija, padre, madre, esposa, amante, empleado de Correos, fan de un personaje histórico, afiliado a un partido político, asociado de una ONG, etc.

'Personare' significó resonar, y 'prosopon', al parecer, la máscara que usaba el actor -cómico o trágico- en la escena, y que servía también como megáfono para hacerse oír por el público. Qué duda cabe: ¡nuestras máscaras nos constituyen personalmente! La vida humana -como decía Calderón- es también el gran teatro del mundo. Saber vivir es así saber representar. Y el disimulo -como sabía Gracián- juega un importante papel en este juego. Todos los días son carnaval.


El temperamento, el carácter y todas nuestras máscaras conforman el qué somos, pero la personeidad es otra cosa, trascendente a sus máscaras, una cosa que no es cosa, que ni puede ni debe ser cosa. No es objeto sino sujeto. Pues somos también un Quién y no sólo un Qué. Y aquí nos encontramos con la primera propiedad filosófica de la personeidad.




Propiedades de la persona

1) Persona es aquello -material o espiritual, o ambas cosas- que nunca puede completamente, ni debe en ningún caso ser tomado, simplemente o solamente, como un objeto o instrumento. La persona es sujeto, creador ejecutivo de su existencia propiamente humana. No es un elemento más de los acontecimientos, sino causa de acciones propiamente humanas. Sujeto es aquello que resta sin sujeción, lo contrario de lo que está sujeto a determinantes es, precisamente, el sujeto ejecutivo, el quién de la acción y el sujeto intencional de la enunciación.

Fíjese que he puesto en negrilla lo de "sólo" o "simplemente". Las personas nos usamos unas a otras como instrumentos y cosas todos los días y a todas horas, y en principio no hay nada malo en ello. Tú me rascas y yo te rasco (do ut des). Tú me resuelves la ecuación y yo te explico el problema de lógica. El pescadero me limpia el pescado que quiero para la cena, el zapatero le echa tapillas a mis zapatos de baile; a cambio, yo le pago a uno o le regalo unas cerezas al otro, en justa reciprocidad... Lo malo está en olvidar que el pescadero, el zapatero y un servidor, además de ser instrumentos útiles para alcanzar los fines de los demás, somos fines en nosotros mismos, para nosotros mismos. Y esta es la segunda propiedad de la persona...

2) La persona es un fin en sí y para sí. Ese "en sí" significa que su carácter de objetivo último, de fin de fines, es independiente de las circunstancias personales. Por ej.: incluso al delincuente más abyecto, obnubilado por las drogas, violador de una niña y asesino depravado, hemos de reconocerle que es persona en sí y para sí, y ha de ser considerado como tal por las autoridades que lo juzgan o condenan, y por los carceleros que le guardan. Justo por eso el fiscal le reconoce imputable y responsable de sus actos, o sea, persona en sentido jurídico, y no cosa. Sería absurdo castigar a una cosa o meterla entre rejas... sería como castigar a un río por llevarse una casa con la crecida de una tormenta, o como castigar a una tormenta por fulminar a una familia con sus rayos.

Este valor absoluto de la persona, al margen de sus roles y estatus, es un logro de nuestra civilización y una conquista innegociable. Y hemos topado con la tercera propiedad de la personeidad:

3) Ser persona es un invento, un valor proversivo, un ideal metafísico, ligado al superior reconocimiento de la dignidad y libertad humanas. Que la persona es un ser para sí significa precisamente esto: que en el fondo, puede ser esto o lo otro, filántropo o delincuente; o sea, libre. Pues en efecto, sólo los animales viven, y tienen suficiente con que les dejemos vivir. Nosotros tenemos, además de vida biológica, biografía personal, esto quiere decir que el sí mismo es conservador, pero también creador de su mismidad (para sí). Y por eso el ser humano puede com-prometerse con un ideal de sí, ser llamado o apelado por una vocación, ¡o corromperse! Creencias, ilusiones, planes o proyectos de vida, son elementos de esa identidad que me pertenece a mí y a nadie más. Pero el sí mismo es también capaz de cambiar sus creencias y modificar sus planes, inventando otros nuevos. El sí mismo (ipse) -como ha probado Ricoeur- no es reductible a su mismidad o identidad (idem), puesto que está en continua, incesante metamorfosis.

4) La personeidad supone por tanto individualidad. Podemos dividir un cuerpo, pero no podemos partir o repartir a una persona. Cada persona es un mundo con una estructura empírica propia, de ahí que cada persona sea "especie única", irreemplazable, insustituible, intrínsecamente singular, en suma, irreductible a otra... cosa, con nombre propio. De ahí también la trágica condición de la desaparición de las personas (de golpe, al contrario que sus cuerpos que se pudren más lentamente). Y de ahí también la indignidad de toda forma de esclavitud y alienación personal.

No obstante, es interesante jugar a ser otros; construimos nuestra primera identidad con ese juego, interiorizando el proceso social de comunicación. Parte del juego del amor consiste en ello, pero debemos recordar que nunca debemos renunciar a ser, y muy radical-mente- nosotros mismos.

5) Pero la persona es también "astro" de comunidad, estrella de constelación humana. Nadie es perfectamente igual que otro/a, pero todos nos contituimos personalmente como nudos de relaciones personales. En tanto que relaciones personales, las relaciones con el otro (alter-idem, alter-ego) no son sólo mercantiles, ni sólo profesionales, ni sólo familiares... El trato personal impregna toda relación sin disolverse en sus funciones o fines concretos. No hay verdadero "yo" sin "tú":

El yo se mide, se constituye, ajusta su sentido de la realidad, en conversación con otros "yoes". Sin suficientes y fuertes vínculos afectivos, intelectuales y morales, sin conversación y diálogo incesante con otras personas, el yo alienta en precario, e incluso acaba disuelto en actividades meramente animales, perdido, partido, o enloquecido. Sin el tú, el yo pierde su quicio y su definición más propia.
"Yo me cumplo en el contacto con el tú, me hago yo al decir " M. Buber

Boecio, en una definición clásica, definió a la persona como una sustancia individual de naturaleza racional ('persona proprie dicitur nature rationalis individu substantia'). No está nada claro que podamos considerarnos como entidades puramente racionales. Claro que tampoco Boecio entendía por razón el instrumento de interés y cálculo a que hoy se reduce muchas veces la racionalidad humana.

6) La personeidad posee también como propiedad una intimidad emotiva, sentimental. Por eso, las personas no tienen precio, sino que merecen aprecio o desprecio. Esta "intimidad" (superlativo de interioridad) no es sólo corporal o sexual -como se suele creer-, sino también mnémica y futuriza. Así, pertenecen a mi más inalienable intimidad mis recuerdos más vergonzantes o entrañables, así como mis planes y proyectos más ilusionantes, y mis ambiciones más secretas.


7) El ser espiritual de la persona puede interpretarse como conciencia de sí y autoconciencia. No sólo siento, sino que puedo querer o no querer, y pensar o no pensar, lo que siento, o no querer pensar lo que pienso, consentir lo que siento, o sentir -de algún modo- lo que ya no siento... Nuestras facultades se vuelven reflexivamente sobre sí mismas y sobre las otras: "siento que no sé", "quiero saber", "sé que no sé", "siento no querer(te)". etc.

8) Esta característica reflexiva de la intimidad mental humana es precisamente la responsable de nuestra potencia objetivadora y teórica. O sea, de nuestra capacidad para aguantarnos, contenernos, contemplar. Es lo que hace el artista que dibuja la manzana; o el científico que la estudia, en lugar de lanzarse sobre ella para devorarla. Es lo que hace posible la theoria, o sea, la contemplación desinteresada de la realidad tal cual es. Somos el animal ascético porque podemos dominarnos y dominar la realidad. Un modo, el principal y más genuino de dominarla, es comprenderla. Por eso la actividad filosófica es siempre subjetiva (en el más noble y en el más limitado de los sentidos). Gracias a este señorío, el ser humano ingresa en el mundo de la ciencia y de la moral, mundo construido por y para personas.

Ejercicios

1. Actualmente se discute si la sexualidad, el sexo o la diferencia de género, es o no es una propiedad constitutiva de la personeidad (por supuesto, nadie discute que sea, en sentido psicológico y sociológico, un constitutivo esencial de la personalidad). Algunos consideran que las personas deben ser consideradas como tales, al margen de sus diferencias sexuales, o de inclinaciones sexuales, y que ésta es, precisamente, la razón de su igual dignidad y de su igualdad de derechos y obligaciones ante la ley, uno no tiene derechos por ser hombre, mujer, heterosexual o gay, sino por ser persona. No obstante, eminentes filósofos como Julián Marías han sostenido la "condición sexuada" de la identidad personal:

-Interprete la posición del filósofo y exponga su posición sobre este asunto.
"La instalación sexuada, por ser una instalación, penetra, impregna y abarca la vida íntegra, que es vivida sin excepción desde la disyunción en varón y mujer. Toda realidad, incluso las más remotas de la sexualidad -el comer, la comprensión de un teorema matemático, la contemplación de un paisaje, un acto religioso, la vivencia de un peligro- se vive desde la instalación en el sexo y, por consiguiente, en un contexto y desde una perspectiva que no se puede reducir a la otra (...) La interpretación del sexo como instalación en la realidad (...) no es sólo un hecho biológico, sino psíquico y social, y con una significación biográfica".
Julián Marías. Antropología metafísica, 1979. XVII "La condición sexuada".

2. P. F. Strawson considera a la persona como un "particular de base"...


"Los cuerpos físicos y las personas que nosostros somos, son, según esta hábil estrategia, particulares de base, en el sentido de que nada se puede identificar sin remitir en última instancia a uno o a otro de estos dos tipos de particulares. En este sentido, el concepto de persona, como el de cuerpo físico, sería un concepto primitivo, en la medida en que no podríamos remontarnos más allá de él, sin presuponerlo en el argumento que pretendiese derivarlo de otra cosa". Paul Ricoeur. Sí mismo como otro, 1990.

3. Comente el siguiente texto:


"Aquí conectamos con otro rasgo ineludible de la vida humana. He venido defendiendo que para encontrar un mínimo sentido a nuestras vidas, para tener una identidad, necesitamos una orientación al bien, lo que significa una cierta percepción de discriminación cualitativa, de lo incomparablemente superior. Ahora vemos que dicha percepción del bien ha de ir entretejida en la comprensión que tengo de mi vida como una historia que va desplegándose. Pero esto es manifestar otra condición básica para poder entendernos: hemos de asir nuestras vidas en una narrativa".
Charles Taylor. Fuentes del yo. La construcción de la identidad moderna, 1989.

4. Las personas... ¿son cuerpos o poseen cuerpos? Razone su respuesta.

5. Si la persona es un invento o un valor metafísico, ¿se puede decir también que es una ficción?

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