viernes, 12 de noviembre de 2010

Imágenes y saber narrativo

Por muy elevados que no resulten los ideales y por muy intelectuales que puedan resultarnos las ideas, hay que saber y aceptar que no se puede pensar sin imágenes.
Pero ya hemos explicado que la palabra "imagen" es ambigua. Significa al menos tres cosas:

1) Percepto, impresión sensible, en la que se estructuran y amalgaman sensaciones diversas de lo presente (cualquier fenómeno).
2) Recuerdo, imagen representada o representación de lo ausente, más débil y pobre en detalles que el percepto, que puede ser tan creativa que se convierta en una perfecta fantasía.
3) Icono: imagen objetiva, estática, como un cuadro de Tiziano, un cartel publicitario o un poster de Madonna. Si el icono es venerado como algo sagrado (la imagen o la camiseta de Ronaldo, el look de Lady Gaga, por ej.), o se le atribuyen propiedades mágicas, entonces hablamos de un ídolo o de un fetiche. Y pueden congregar en torno suyo a grandes multitudes, como pasa en Lourdes o Fátima. En movimiento, las imágenes conforman el transcurrir del cine, las series de televisión, el videoclip, los anuncios publicitarios, los documentarles, etc.

La educación más elemental depende de imágenes, más que de palabras, de ejemplos vivos, más que de lecciones magistrales. Personalmente, como identidades personales, nos contituimos  más fundamentalmente en el saber narrativo que en el saber científico. Las leyendas, mitos, cuentos, relatos imaginativos, parábolas y chistes, pelis y espectáculos, conforman nuestro inconsciente y predisponen nuestra conciencia, nuestra forma de valorar, de temer y de esperar, nuestros sueños y expectativas.

Somos un animal simbólico e icónico, más genuinamente que un animal lógico. Nuestra personalidad moral, tanto consciente como inconsciente, depende de imágenes más que de razones, pues las imágenes tienen la capacidad de concretar y particularizar los valores abstractos y genéricos y, sin embargo, son polisémicas, siempre pueden significar otra cosa de lo que representan, tienen un valor simbólico: expresan y sugestionan. Las imágenes provocan vivos efectos de identificación y proyección, penetran en los fondos afectivos que activan y motivan la conducta. Las mismas palabras están cargadas de connotaciones imaginativas y a menudo depende de la escena o imagen asociada a tal o cual nombre el que lo veamos como algo positivo o negativo, "bueno" o "malo".

Sobre este importante asunto propongo tres enlaces al lector atento:
  •  una entrada del curso 2008 sobre La Sabiduría (e insidia) de los cuentos.
  • una presentación tipo power point que resume lo principal.
  • el texto de una conferencia pronunciada en Jaén y publicada en El Toro de Caña 10, una revista etnográfica, en 2003. Y que encontrarás en un site feminista: Todas.

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